Una de las problemáticas que conlleva la Sociedad de Información es el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, ya que si bien brinda nuevas oportunidades a muchos ciudadanos, agrava al mismo tiempo situaciones de pobreza y aislamiento.
Esto sucede porque el acceso universal a las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) está lejos de ser una realidad, ya sea por la falta de acceso físico a las mismas o por la falta de conocimientos necesarios para usarlas adecuadamente.
La desigualdad en el acceso a las TIC
La desigualdad en el acceso a las TIC se verifica en estadísticas como las siguientes, presentadas por Ada Myriam Felicié en “La desigualdad y exclusión en la sociedad de la información”, artículo publicado en “Acceso, revista puertorriqueña de Bibliotecología y Documentación”:
A partir de estos datos podemos cuestionarnos, entre otras cosas, la afirmación de que las sociedades latinoamericanas sean consideradas como sociedades de la información. Tal es el caso de Argentina, que al igual que otros países periféricos, no se encuentra situada en el centro del escenario donde ese proyecto se construye.
La exclusión en la Sociedad de la Información
Además de la brecha digital, otra de las problemáticas asociadas a la Sociedad de la Información es la exclusión, es decir, el proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a las posibilidades laborales, económicas, políticas y culturales a las que otros sí tienen acceso y disfrutan.
La falta de acceso a la información conduce a una desinformación o a contar con información insuficiente, generando una incapacidad para tomar decisiones favorables al desarrollo propio. En consecuencia, el individuo carece de oportunidades y no puede responder satisfactoriamente a las exigencias de la sociedad, debilitándose su vínculo con ésta y produciéndose la exclusión, generadora a su vez de nuevas centralidades y nuevas periferias.
El compromiso de los profesionales de la información para el cambio
Ante estas perspectivas, la sociedad seguirá teniendo sus bases en la desigualdad. Sin embargo, los profesionales de la información pueden contribuir a cambiar esta situación, en una búsqueda de una sociedad más justa, determinando al servicio de qué o de quiénes colocan la información.
Al mismo tiempo, un Estado democrático debe intervenir mediante políticas que compensen las desigualdades, invirtiendo en infraestructura, brindando acceso a la información y capacitando a las personas en el uso de las TIC. Para ello debe valerse, entre otras instituciones, de la biblioteca pública. A ésta le corresponde desarrollar dos funciones clave:
Con estos fines se requiere de un sólido respaldo estatal, pero también del compromiso de los profesionales de la información para minimizar los problemas de la desigualdad y exclusión, y construir así una sociedad mundial de la información incluyente, que habilite a todas las personas libremente y sin distinción de ningún tipo para crear, recibir, compartir y utilizar conocimientos que permitan promover su desarrollo económico, social, cultural y político.
Tal como manifestara Horacio Reggini en su libro “Los caminos de la palabra: las telecomunicaciones de Morse a Internet”, “frente a los nuevos instrumentos es necesario aprender a pensar críticamente acerca de sus usos; hablar de ellos en términos de valores humanos y encontrar maneras de encaminarlos sabiamente”.
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Cuando hablamos de Sociedad de la Información nos referimos a uno de los cambios más relevantes desde la Revolución Industrial, a un nuevo modelo de desarrollo tecnológico, económico y social que ha impactado -y continúa haciéndolo crecientemente- en la vida de los individuos y en el devenir de nuestras sociedades.
Según Roberto Marafioti, docente de la Universidad de Buenos Aires, este modelo se caracteriza por la capacidad de sus miembros para obtener y compartir cualquier información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera. La Internet constituye el componente central que permite articular este modelo basado en la información como elemento de cohesión, funcionando como paradigma del nuevo orden y del nuevo modelo cultural.
La Sociedad de la Información y la reestructuración del capitalismo
De acuerdo con el sociólogo Manuel Castells, este nuevo modelo de desarrollo cambia pero no sustituye al modo de producción dominante. Asistimos al desmantelamiento de la sociedad industrial clásica, y la nueva sociedad industrial se erige sobre los cimientos de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
La revolución que estas nuevas tecnologías conllevaron a partir de los años ’80 implicó una reestructuración del capitalismo, que renovó las organizaciones que le sirven de soporte. La principal fuente de productividad radica actualmente en la industria del conocimiento.
El impacto de las TIC en la educación
Las TIC han modificado, por consiguiente, la comunicación, la interacción social, y con ello laeducación. Sin embargo, las expectativas según las cuales éstas harían la información más accesible a todos y a todas partes, incrementando el nivel de educación y el desarrollo socioeconómico y cultural, han resultado utópicas.
Si bien las TIC presentan potencialidades en áreas como educación, cultura, trabajo y salud, entre otras, al aumentar la capacidad de generar, procesar y transmitir la información rompiendo las barreras de tiempo y espacio también presenta aspectos problemáticos que amenazan los principios democráticos.
Información y brecha digital
La información es sinónimo de poder, y la capacidad de almacenarla y manejar el flujo de datos determinan la posibilidad de control de los mercados. Siguiendo la lógica del sistema capitalista, la información ha devenido en mercancía, en base de la economía, y como consecuencia los bienes de la información están siendo limitados y restringidos, por lo que sólo acceden a ellos quienes tienen los medios económicos para adquirirlos.
Esta nueva situación promueve la desigualdad y constituye una manifestación de lo que se denomina brecha digital, es decir, la separación entre las personas que utilizan las TIC como una parte de su rutina diaria, y las que no tienen acceso a las mismas y/o no saben cómo utilizarlas.
La brecha digital es uno de los principales desafíos que se presentan a nuestras sociedades en la actualidad, y que demandan especialmente del Estado, de las bibliotecas y de los profesionales de la información un compromiso con el desarrollo de estrategias eficaces para su superación, de modo que podamos finalmente hablar de una Sociedad de la Información inclusiva y democrática.
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