Los orígenes históricos de la Documentación se encuentran estrechamente vinculados a la figura de Paul Otlet, quien vivió en Europa entre 1868 y 1944. El artículo “Bibliotecología y Ciencia de la Información: ¿subordinación, exclusión o inclusión?”, de C. Radamés Linares Columbié, brinda una aproximación histórica a ese contexto, y se refiere a él como un período de amplificación de la ciencia y tecnología, en combinación con el desarrollo industrial, que afecta a las prácticas informativas y a sus campos de conocimiento.
Contexto histórico
Los antecedentes del escenario de surgimiento de la Documentación se encuentran en los siglos XVI, XVII y XVIII, con la revolución científica y la consiguiente ampliación de la comunidad científica, que presentó mayores necesidades de comunicación. Sin embargo, estos acontecimientos aún tenían poca incidencia en la vida del hombre común.
Ya en el siglo XIX la Revolución Industrial conllevó una relación estable entre la ciencia y la vida cotidiana, por el afianzamiento de la industria y la tecnología. En este período el desarrollo educativo y cultural llevó también al resurgimiento de la biblioteca pública, y la consolidación de la Bibliotecología como espacio de conocimiento autónomo.
Por otra parte, la Revolución Industrial promovió una avalancha documental, en respuesta a la cual surgieron la Bibliografía y la biblioteca especializada, con la consiguiente diferenciación entre bibliotecarios tradicionales y especializados, y la orientación a un tipo distinto de usuarios, con necesidades específicas que requerían de colecciones variadas en su formato.
Aportaciones de Paul Otlet
Este es el contexto de trabajo de Paul Otlet y Henri La Fontaine, quienes ya a fines del siglo XIX buscaban hacer a los nuevos conocimientos accesibles universalmente. Hilda Lelis García y Celia Mireles Cárdenas, en su artículo Aportaciones de Paul Otlet a la Bibliotecología actual, detallan sus obras y aportaciones, entre las que se destacan:
El Tratado de Documentación
Ya en las primeras décadas del siglo XX tuvo lugar una nueva situación histórica, que descansaba en la sociedad capitalista y se acompañaba de nuevos cambios científicos y tecnológicos, desarrollos económicos y una coyuntura política particular: la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el surgimiento del Partido Obrero Alemán, la Guerra Civil Española, entre otros acontecimientos destacables.
Otlet buscó una solución al control de las publicaciones, que crecían vertiginosamente, para lo cual consideró necesaria la evolución hacia la nueva ciencia de la Documentación, cuyos fundamentos se encuentran en su Tratado de Documentación, publicado en 1934, obra que aporta un nuevo concepto de documento, amplio y universal.
El Tratado de Documentación representó los primeros pasos para la institucionalización y la organización de la actividad documental. En él, se describía la evolución desde la Biblioteconomía hasta la Documentación, en consonancia con la postura positivista de Auguste Comte que sostenía que toda ciencia pasaba por tres estadios, uno estático, otro dinámico y un último evolutivo o genético.
Así la primera etapa, la Biblioteconomía, centrada en la recolección y catalogación de libros, dejaba lugar a la Bibliografía, la cual sustituía el concepto de libro por el de documento, y finalmente daba paso a la Documentología, centrada en el documento, y dividida según su aplicación a distintas áreas: científica, pedagógica, informativa e instructiva.
La obra de Otlet sentaría las bases para el desarrollo de nuevas corrientes teóricas, en los años ’60, ante una nueva realidad cada vez más compleja. Se tratará de una etapa superadora respecto a lo propugnado por esta figura, centrada ya en la información y no en el documento. Esta perspectiva informativa será representada en Estados Unidos por la Ciencia de la Información, y en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas por la Informática.
]]>El impacto que ha tenido la denominada Sociedad de la Información en los distintos ámbitos académicos ha obligado a repensar el concepto tradicional de alfabetización. El denominado “aprender a aprender” se ha vuelto protagonista y ha desplazado al simple dominio de la palabra escrita tanto en el contexto de la educación superior como en muchos otros entornos en los que desarrollamos nuestras actividades.
La alfabetización académica, definida por Paula Carlino (2003) como “el conjunto de conceptos y estrategias necesarios para participar en la cultura y el discurso de las disciplinas así como en las actividades de lectura y escritura requeridas para aprender en la universidad” se vincula estrechamente al concepto de discurso especializado, que adquiere especial relevancia en el ámbito de la educación superior.
El papel del discurso especializado en la educación superior
Es a partir del trabajo con los materiales escritos empleados en la educación superior que los estudiantes obtienen información relevante respecto al discurso y al conocimiento de su disciplina. Así lo afirma Giovanni Parodi (2007) al sostener que es partiendo de las lecturas obligatorias de algunas disciplinas como tiene lugar la construcción de un panorama del universo discursivo, mediante el cual dichos estudiantes pueden acceder al conocimiento de su disciplina e integrarse a su vez, gradualmente, a su comunidad disciplinar.
Este autor considera que el lenguaje escrito se constituye en eje fundamental para la construcción y el acceso no sólo a la información sino también al conocimiento altamente especializado y junto con ello a la comunidad académica. En este marco cabe analizar el concepto de discurso especializado, o grupo de textos concatenados que conforman, sucesivamente, el discurso escolar general, el discurso académico en la educación superior y el discurso profesional en el ámbito laboral, en un proceso de permanente alfabetización.
Discurso especializado y discurso académico
Parodi define al discurso especializado como un “conjunto de textos que se distinguen y se agrupan por una co-ocurrencia sistemática de rasgos lingüísticos particulares en torno a temáticas específicas no cotidianas en las cuales se exige experiencia previa disciplinar de sus participantes”. El discurso académico, abarcado por el discurso especializado pero caracterizado contextualmente por sus propósitos académicos, se destaca específicamente como un discurso autorizado acerca del tema que trata, en el que predomina la descripción con propósitos persuasivos y didácticos.
De este modo, el fin del discurso académico es el de construir y transmitir un conocimiento propio de cierta disciplina y funcionar como un soporte para la formación de los miembros de esa comunidad. En dicho ámbito los textos funcionan como prácticas sociales, como manifestación de esa comunidad específica, por lo tanto integrarse a ella implicará conocer su discurso académico.
La relación entre el discurso académico y los proyectos de alfabetización académica
A partir del análisis de las características de este tipo de discursos podemos vislumbrar la importancia de llevar adelante un proyecto transversal de alfabetización académica en la educación superior, de modo que los estudiantes puedan desarrollar las habilidades necesarias para acercarse a dichos textos y participar de ese proceso que les permitirá apropiarse del discurso especializado e ingresar a la comunidad académica.
Además, y tal como Parodi lo plantea, el discurso académico y el profesional implican un continuum entre sus ámbitos, por lo tanto dicha alfabetización tendrá un impacto positivo en la producción de textos especializados, y con ello en la construcción, apropiación y divulgación de los saberes de cada disciplina.
Infoaprendizaje es el primer portal de difusión de instancias de capacitación que pudieran ser de interés para profesionales de la información. Con ya tres años de vida en la web, ofrece diariamente a través del sitio y sus redes sociales novedades respecto a cursos presenciales y virtuales. Cuenta además con una agenda de eventos, tanto en Iberoamérica como en el resto del mundo, y una sección de información sobre carreras que puede consultarse para saber dónde estudiar Bibliotecología, país por país, en modalidad presencial o a distancia.
El espacio fue creado y es administrado por la Prof. en Bibliotecología Melisa Fuentes Kren, quien se desempeñó como directora de la Biblioteca Central de la Universidad FASTA. Actualmente es docente del Departamento de Ciencia de la Información de la Universidad Nacional de Mar del Plata en las cátedras Automatización de servicios de información I (e-learning), Organización del conocimiento I y Legislación y actuación profesional, y cofundadora de la consultora Atria, estrategias en gestión de información. Cuenta además con la colaboración de la Prof. en Bibliotecología Marina Cabrera y la Bibliotecaria Documentalista Rocío Aguilera, voluntarias a cargo de la actualización de la agenda de eventos, quienes se desempeñan como bibliotecarias en Universidad FASTA.
El proyecto puede conocerse a través de los siguientes enlaces:
Sitio web
http://infoaprendizaje.com.ar/
Redes Sociales
Una de las problemáticas que conlleva la Sociedad de Información es el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, ya que si bien brinda nuevas oportunidades a muchos ciudadanos, agrava al mismo tiempo situaciones de pobreza y aislamiento.
Esto sucede porque el acceso universal a las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) está lejos de ser una realidad, ya sea por la falta de acceso físico a las mismas o por la falta de conocimientos necesarios para usarlas adecuadamente.
La desigualdad en el acceso a las TIC
La desigualdad en el acceso a las TIC se verifica en estadísticas como las siguientes, presentadas por Ada Myriam Felicié en “La desigualdad y exclusión en la sociedad de la información”, artículo publicado en “Acceso, revista puertorriqueña de Bibliotecología y Documentación”:
A partir de estos datos podemos cuestionarnos, entre otras cosas, la afirmación de que las sociedades latinoamericanas sean consideradas como sociedades de la información. Tal es el caso de Argentina, que al igual que otros países periféricos, no se encuentra situada en el centro del escenario donde ese proyecto se construye.
La exclusión en la Sociedad de la Información
Además de la brecha digital, otra de las problemáticas asociadas a la Sociedad de la Información es la exclusión, es decir, el proceso social de separación de un individuo o grupo respecto a las posibilidades laborales, económicas, políticas y culturales a las que otros sí tienen acceso y disfrutan.
La falta de acceso a la información conduce a una desinformación o a contar con información insuficiente, generando una incapacidad para tomar decisiones favorables al desarrollo propio. En consecuencia, el individuo carece de oportunidades y no puede responder satisfactoriamente a las exigencias de la sociedad, debilitándose su vínculo con ésta y produciéndose la exclusión, generadora a su vez de nuevas centralidades y nuevas periferias.
El compromiso de los profesionales de la información para el cambio
Ante estas perspectivas, la sociedad seguirá teniendo sus bases en la desigualdad. Sin embargo, los profesionales de la información pueden contribuir a cambiar esta situación, en una búsqueda de una sociedad más justa, determinando al servicio de qué o de quiénes colocan la información.
Al mismo tiempo, un Estado democrático debe intervenir mediante políticas que compensen las desigualdades, invirtiendo en infraestructura, brindando acceso a la información y capacitando a las personas en el uso de las TIC. Para ello debe valerse, entre otras instituciones, de la biblioteca pública. A ésta le corresponde desarrollar dos funciones clave:
Con estos fines se requiere de un sólido respaldo estatal, pero también del compromiso de los profesionales de la información para minimizar los problemas de la desigualdad y exclusión, y construir así una sociedad mundial de la información incluyente, que habilite a todas las personas libremente y sin distinción de ningún tipo para crear, recibir, compartir y utilizar conocimientos que permitan promover su desarrollo económico, social, cultural y político.
Tal como manifestara Horacio Reggini en su libro “Los caminos de la palabra: las telecomunicaciones de Morse a Internet”, “frente a los nuevos instrumentos es necesario aprender a pensar críticamente acerca de sus usos; hablar de ellos en términos de valores humanos y encontrar maneras de encaminarlos sabiamente”.
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Cuando hablamos de Sociedad de la Información nos referimos a uno de los cambios más relevantes desde la Revolución Industrial, a un nuevo modelo de desarrollo tecnológico, económico y social que ha impactado -y continúa haciéndolo crecientemente- en la vida de los individuos y en el devenir de nuestras sociedades.
Según Roberto Marafioti, docente de la Universidad de Buenos Aires, este modelo se caracteriza por la capacidad de sus miembros para obtener y compartir cualquier información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera. La Internet constituye el componente central que permite articular este modelo basado en la información como elemento de cohesión, funcionando como paradigma del nuevo orden y del nuevo modelo cultural.
La Sociedad de la Información y la reestructuración del capitalismo
De acuerdo con el sociólogo Manuel Castells, este nuevo modelo de desarrollo cambia pero no sustituye al modo de producción dominante. Asistimos al desmantelamiento de la sociedad industrial clásica, y la nueva sociedad industrial se erige sobre los cimientos de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
La revolución que estas nuevas tecnologías conllevaron a partir de los años ’80 implicó una reestructuración del capitalismo, que renovó las organizaciones que le sirven de soporte. La principal fuente de productividad radica actualmente en la industria del conocimiento.
El impacto de las TIC en la educación
Las TIC han modificado, por consiguiente, la comunicación, la interacción social, y con ello laeducación. Sin embargo, las expectativas según las cuales éstas harían la información más accesible a todos y a todas partes, incrementando el nivel de educación y el desarrollo socioeconómico y cultural, han resultado utópicas.
Si bien las TIC presentan potencialidades en áreas como educación, cultura, trabajo y salud, entre otras, al aumentar la capacidad de generar, procesar y transmitir la información rompiendo las barreras de tiempo y espacio también presenta aspectos problemáticos que amenazan los principios democráticos.
Información y brecha digital
La información es sinónimo de poder, y la capacidad de almacenarla y manejar el flujo de datos determinan la posibilidad de control de los mercados. Siguiendo la lógica del sistema capitalista, la información ha devenido en mercancía, en base de la economía, y como consecuencia los bienes de la información están siendo limitados y restringidos, por lo que sólo acceden a ellos quienes tienen los medios económicos para adquirirlos.
Esta nueva situación promueve la desigualdad y constituye una manifestación de lo que se denomina brecha digital, es decir, la separación entre las personas que utilizan las TIC como una parte de su rutina diaria, y las que no tienen acceso a las mismas y/o no saben cómo utilizarlas.
La brecha digital es uno de los principales desafíos que se presentan a nuestras sociedades en la actualidad, y que demandan especialmente del Estado, de las bibliotecas y de los profesionales de la información un compromiso con el desarrollo de estrategias eficaces para su superación, de modo que podamos finalmente hablar de una Sociedad de la Información inclusiva y democrática.
]]>Los bibliotecarios cumplen un rol de gran importancia en la transmisión de conocimientos, por su papel clave en la organización y recuperación de los mismos. Por su parte, aquellos profesionales de la información que se desempeñan en el área de referencia de una biblioteca pública, son quienes en su trato diario con los usuarios posibilitan que éstos accedan a los materiales, facilitando su formación al constituirse en nexos entre los lectores y el conocimiento.
La biblioteca pública
La biblioteca pública, de acuerdo con la definición de José Martínez de Sousa –importante bibliólogo-, es una biblioteca general de carácter popular y libre, puesta al servicio de la ciudad, región o comunidad en que se encuentra emplazada, sostenida con fondos del gobierno o de la comunidad y que atiende gratuitamente a las necesidades e intereses culturales de lectores no especializados.
Básicamente, esta biblioteca debe prestar servicios de información, que satisfagan a los usuarios, funcionando como formadora de los mismos en el manejo y la utilización de la información y adaptándose a su vez a las demandas futuras. De este modo contribuye al desarrollo social y personal, creando hábitos de lectura, apoyando la educación formal o autodidacta, estimulando la creatividad, fomentando el conocimiento, facilitando el acceso a expresiones culturales, etc.
Para cumplir con sus objetivos, una biblioteca pública cuenta habitualmente con un área de recepción y de procesos técnicos, sala de lectura, área de novelas, archivo, hemeroteca, y espacio de fondo antiguo. La sala de lectura permite la consulta de materiales dentro de la biblioteca, siendo posible solicitar préstamo a domicilio de ciertos materiales, mientras que otros, como las obras de referencia y publicaciones periódicas, pueden solicitarse por un plazo breve para realizar copias de las mismas.
Usuarios y material bibliográfico
La biblioteca pública no cuenta con un tipo restringido de usuarios, sino que éstos provienen de toda la comunidad, ya que se encuentra abierta al público en general. Entre ellos es usual encontrar por ejemplo a alumnos de nivel medio, amas de casa, personas jubiladas, etc. También asisten docentes, estudiantes universitarios o profesionales, que se acercan a ella con fines recreativos o de investigación personal.
El material bibliográfico predominante consta de un fondo bibliográfico y de un buen bagaje de obras de referencia, que incluye diccionarios de la lengua española, diccionarios bilingües, diccionarios temáticos, enciclopedias, manuales de diferentes niveles educativos, textos infantiles, novelas, publicaciones periódicas, guías, anuarios, etc.
El papel del bibliotecario referencista
De acuerdo con las características de la biblioteca pública, el rol del bibliotecario de referencia consiste en posibilitar el acceso y la recuperación de la información, para lo que debe tener conocimiento de una amplia gama de temas; así, actúa como nexo entre el material y el usuario, quien necesita resolver un problema de información.
Al realizar el proceso de referencia el bibliotecario debe, una vez recepcionada la consulta, tener en cuenta el perfil del usuario, es decir, su edad, formación, idiomas que maneja, fines de la información. Además, debe tener también en cuenta el perfil temático de la consulta, que incluye los temas a considerar, el marco teórico, los límites espacio-temporales, el material a utilizar, etc. lo que determinará si la pregunta efectuada por el usuario requerirá de una búsqueda exhaustiva o informativa, retrospectiva o actual.
Una vez clasificada la consulta por medio del diálogo, el bibliotecario debe formular una estrategia de búsqueda, recurrir a los catálogos, al material del servicio de referencia, al fondo bibliográfico de la biblioteca, las publicaciones periódicas, etc., para la obtención de la respuesta y la posterior entrega de la información.
En conjunto, aquel bibliotecario referencista que se encuentra consciente de la importancia de su rol en el ámbito educativo, brindará una atención personalizada a todos y cada uno de los usuarios, creando un ambiente adecuado y proporcionando información actualizada y precisa, teniendo siempre la voluntad de ayudarlos en su camino hacia el conocimiento.